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Muchas perchas en el mundo se originaron en un almacén de dos pisos en la carretera que conduce a Lipu.Lipu es una ciudad cálida en el sur de China.El río fluye entre imponentes accidentes geográficos kársticos y los vendedores venden el taro más dulce.
Las luces colgadas a lo largo del paseo formaban el elemento vital de la ciudad.Los residentes están orgullosos de los productos de madera lisa que se envían desde la “capital de los colgadores de China” a Target e IKEA.Pero el cartel de ayuda garabateado en la puerta de la fábrica insinuaba una nueva realidad.
La razón por la que China se ha convertido en un fabricante mundial es que proporciona mano de obra suficiente y barata y una cadena de suministro existente.En Lipu, desde Savannah, Georgia, hasta Estocolmo, los trabajadores produjeron miles de millones de perchas y armarios llenos.Con el aumento de los salarios y el envejecimiento de la población, estas fábricas ahora tienen dificultades para encontrar empleados.Los esfuerzos de China para hacer frente a la escasez están en el centro de las tensiones comerciales con Washington.
El presidente Xi Jinping ha aceptado una estrategia de 300.000 millones de dólares, “Hecho en China 2025”, cuyo objetivo es acelerar la transformación de China hacia la fabricación avanzada en campos como la robótica y la industria aeroespacial.La administración Trump lo ve como una conspiración para dominar la tecnología más crítica del mundo.Entre ambas se encuentran industrias tradicionales de las que China alguna vez dependió para su crecimiento.
“Este año somos los que más estamos luchando”, dijo Liu Xiangmin, que dirige una pequeña fábrica de perchas que huele a madera fresca.Después de las vacaciones del Año Nuevo Lunar, perdió el 30% de su fuerza laboral en febrero."Ni siquiera podemos considerar la rentabilidad".
Un grupo de mujeres estaban sentadas en los taburetes del piso de arriba, clasificando las perchas mientras las sierras de la fábrica zumbaban.Llevan máscaras para evitar que salpique el polvo que expulsa la perforadora.Gracias a sus esfuerzos, los trabajadores pueden ganar aproximadamente 7.600 dólares al año.
La amenaza de los aranceles estadounidenses no preocupa tanto a Liu como mantener su fábrica en funcionamiento.China enfrenta el desafío de su propio éxito industrial.La floreciente economía del país ha provocado un aumento de los salarios, lo que encarece en el mercado internacional productos que requieren mucha mano de obra, como juguetes y zapatos.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas, entre 2011 y 2016, el salario anual promedio en China aumentó casi un 63%.Según datos de la firma de investigación de mercado Euromonitor, el salario por hora de los trabajadores de las fábricas alcanzó los 3,60 dólares estadounidenses en 2016, cifra superior a la de Brasil o México y similar a la de Portugal o Sudáfrica.
"Lo que China quiere hacer es también lo que los propietarios de empresas deben hacer, que es este tipo de mejora y transformación... para que puedan ponerse al día con los crecientes costos laborales", dijo Ashley Wanwan, economista de Bloomberg Economic Research en Beijing.Investigar el mercado provincial."China 2025 es una solución".
Las fábricas no sólo necesitan pagar más salarios a los trabajadores, sino que además no tienen a nadie a quien contratar.La política de hijo único del país, que ha durado más de tres décadas, significa que no hay suficientes jóvenes para reemplazar a la población que envejece.El año pasado, China tenía una fuerza laboral de 900 millones.El gobierno espera reducir en 200 millones para 2030.
"Toda la cadena se rompió porque no tenemos una generación más joven para continuarla", dijo Xie Hua, que dirige Huateng Hanger Co., Ltd. en Lipu.Unos cuantos trabajadores empaquetan perchas de plástico blancas y negras en un almacén cerca de la sala de exposición.Ninguno de ellos parecía tener menos de 35 años.
Los datos del condado muestran que alrededor de 100 empresas de perchas en Lipu representaron el 70% de la producción total del país el año pasado.Casi todos los productos se envían a Europa, Estados Unidos y otros lugares.Los funcionarios locales declinaron hacer comentarios.
Hace unos diez años, la escasez de mano de obra comenzó a aparecer en las zonas costeras y luego se extendió a las zonas subdesarrolladas.Lipu ha intentado diversificarse.Sus residentes cultivan naranjas en las montañas a las afueras de la ciudad y una fábrica de procesamiento de alimentos produce bocadillos envasados.Los propietarios de fábricas hablan de unirse a la transición hacia la automatización y la tecnología más avanzada.
Es este cambio lo que asusta a la administración Trump.A los funcionarios les preocupa que las empresas estadounidenses no puedan competir con las empresas chinas respaldadas por enormes subsidios gubernamentales.La Casa Blanca propone imponer aranceles a productos chinos por valor de 50 mil millones de dólares, dirigidos a productos técnicos como dispositivos médicos y automóviles.
"Si China domina el mundo, no es bueno para Estados Unidos", dijo en marzo el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, ante un comité del Senado.
A la Casa Blanca no parece importarle mucho los productos de baja tecnología, aunque los funcionarios están explorando la posibilidad de gravar otros 100.000 millones de dólares en bienes.El hangar también ha sido el objetivo de los comerciantes anteriormente.En 2008, funcionarios estadounidenses acusaron a China de introducir en el mercado perchas de alambre de acero y excluir a las empresas nacionales de la fijación de precios.Pero los aranceles en última instancia afectan a las empresas de tintorería estadounidenses y, en última instancia, a los clientes que quieren pantalones ajustados o camisas limpias.
“Por supuesto que tengo preocupaciones”, dijo Qin Yuangao, mientras su padre abría la primera fábrica de perchas en la ciudad.“¿Pero quién pagará el precio?Los consumidores americanos.Lo siento por ellos."
Hace décadas, la generación que convirtió a China en la fábrica del mundo abandonó la pequeña aldea para trasladarse a la creciente metrópolis del sureste de Guangxi, donde se encuentra Lipu.Esta experiencia tiene su propio nombre: chuqu, o “salir”.Los inmigrantes trabajan 14 horas al día en una fábrica oscura y sucia.Pero están ganando dinero, lo que significa movilidad ascendente.
La generación que liderará la próxima transformación económica de China tiene más probabilidades de completar la educación secundaria incluso si no fueron a la universidad.Según Euromonitor Information Consulting, solo entre 2011 y 2016, los titulados técnicos del país aumentaron un 18%.Además del dinero, les preocupa más la calidad de vida.
Dai Hongshun dirige un famoso restaurante cerca del río Li que sirve platos picantes de Hunan.Los ingresos de este joven de 25 años son inferiores a los de los trabajadores de la fábrica de Lipu, pero se encoge ante la idea de unirse a ellos."Es aburrido y estás atrapado en una industria", dijo."Además, demasiadas horas extras".
"Los jóvenes quieren experimentar cosas nuevas, no quieren trabajar en una fábrica", dijo Liu Yan, de 28 años, asistente de ventas en una papelería del centro de la ciudad llena de bolígrafos con muñecos de nieve y cuadernos de Disney.Yan pasó tres años empaquetando perchas de madera en cajas, despreciando la monotonía.Se sintió atrapada.
Hace tres años, brindó una oportunidad.Qin Yuxiang tiene una pequeña tienda de cestas de madera tejidas a mano.Un día, un empleado de una empresa minorista extranjera le preguntó si utilizaría esta materia prima para fabricar perchas.Abrió Ushine en 1989. Hoy en día, la empresa opera cuatro fábricas con 1.000 trabajadores que realizan envíos a IKEA, Target y Mango.
Qin hizo que la empresa tuviera éxito;su hijo está tratando de salvarlo.Qin Yuangao mejora las condiciones laborales para atraer empleados.Proporciona a los trabajadores tapones para los oídos para la sindicalización, los seguros y talleres industriales libres de polvo.Está introduciendo más máquinas automatizadas y está considerando agregar muebles de exterior a la cartera de productos de la empresa.
Así como Estados Unidos observa cómo las empresas recurren a la abundante fuerza laboral china, Qin Yuangao está preocupado por la competencia de Brasil y sus materias primas baratas.También se muestra cauteloso con respecto a Europa del Este, donde Rumania y Polonia son comparables a sus exportaciones a Alemania y Rusia.
Xiao Qin recuerda que visitó la fábrica de perchas de Boston hace veinte años.Cerró con otras empresas estadounidenses de perchas que no podían competir con China.
"Estados Unidos tiene una industria de percheros, no se puede ver ahora", dijo."No sé si la industria de las perchas seguirá existiendo dentro de 20 años".
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